miércoles, 30 de octubre de 2013

Los chapulines nos comerán a nosotros.

Miraba el reloj de la plaza principal. Los demás edificios en colores chillones tan típicos de lo que suponemos es nuestra tradición mexicana. Dueños de tantas riquezas y nos conformamos con esa imposición tipo sanborns de nuestra cultura. Los delantales y las pañoletas, los panes de muerto y las flores amarillas. 

El amigo que me boleó los zapatos me dijo que ese Cristo en el cerro era como el de sao paolo. Igualito, nada más que allá tiene los brazos abiertos. Quitó mis agujetas y lavó por fuera. Luego me preguntó si quería que le pusiera tinta, le dije que si. 

La gente dice que va a llover pero yo digo que no. ¿Pero esas nubes no están muy oscuras? No para nada joven. Aquí las nubes se ponen negras pero no significa nada. Verá, aquí llueve por las mañanas o por las tardes, a veces en la madrugada, pero nunca a mediodía. Yo vengo de más al sur donde sí llueve todo el día. 

Trae gastada una de sus agujetas, patrón. ¿No quiere que le muestre unas que vende mi amigo aquí a un lado? Si ándale ¿De las cortas o de las largas? A ver cual le quedan bien, yo creo que las cortas. 

¿Y de dónde viene? Mis ganas de decirle Monterrey se quedan a la mitad hasta que le digo Aguascalientes. Eso queda al norte, ¿no? Más bien al centro, tenemos Guadalajara a la izquierda y Zacatecas al norte. Me pone cara como si le estuviera describiendo pueblos en el centro de África.

Aquí dónde se come rico, oiga. Uh, patrón, aquí lo típico son los pastes. Pídalos con hojaldre. Mis favoritos son los de mole rojo. Aquí enfrente no están muy buenos pero quedan cerca. Si, ya casi tengo que irme a la central de autobuses. Pida de frijolitos con chorizo. No como chorizo. Bueno, pero los de mole rojo no se los puede perder. 

Quedan mis zapatos, les pone las agujetas largas porque las cortas no le quedaron. Son 20 pesos con todo y agujetas. Me da un golpe en el zapato izquierdo para indicarme que la plática se acabó. Le pago y camino rumbo al banco. Comienza a llover tan fuerte que todos tenemos que correr a resguardo. Junto a mí otro vendedor trata de convencer a una güerita que pruebe los chapulines. Si no nos los comemos nosotros, ellos nos van a comer a nosotros. Eso dice la Biblia si no me cree.  

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