sábado, 23 de julio de 2016

Sueños ligeros

Esa noche por primera vez dormí consciente. No era fácil, se trataba de una técnica que se iba poniendo de moda entre algunos círculos sociales cercanos a los míos. A través de hipnosis, se lograba que el cuerpo no cayera en estados de sueño profundos para que así el paciente pudiera mantener recuerdos de lo que iba reflexionando en la noche. Se volvió popular especialmente entre los profesores de humanidades de la facultad. 

Tenía un beneficio adicional que no se vendía dentro del paquete: la falta de sueño profundo permitía jugar con los actores, si me permiten el término. 

La obsesión por soñarte comenzó a alimentarse cuando me enteré de los sueños ligeros. Podría finalmente reconstruir mis recuerdos sobre ti, moldearlos para que no te fueran tan favorecedores, mitigar los episodios violentos que siguen haciéndome dudar de mi autoestima. Podría dominarte, romperte, hacerte pedirme perdón tantas veces como mi ego lo necesitara. 

Fui a averiguar. Me dijeron que necesitaba un depósito cuantioso o un aval que diera fe de que mis reflexiones no iban a usarse para ningún mal. Un psiquiatra, pues. No tenía dinero para un depósito como el que pedían, y ningún psiquiatra me daría un visto bueno considerando mi condición actual. Así que hice lo que cualquier otro ser humano: buscar la receta en YouTube. 

Encontré algunos tutoriales, pero ninguno tenía comentarios que dieran fe de su éxito. No tenía más remedio que apostarle al que tuviera más reproducciones. 

En ese video me encontré a la mujer con la que finalmente me casaría. 

lunes, 11 de julio de 2016

Cerrar

La semana pasada le avisaron que le iba a tocar un retiro anticipado obligatorio. La empresa ya no podría sostener su puesto y la alternativa a esta oferta era un despido. Al menos podría mantener la mitad del sueldo como pensión por los próximos años. No era una mala oferta, pero lo que lo tenía más triste era esa sensación de no saber qué hacer con su tiempo.

Pasó más de media hora mirando la torre administrativa, en un estacionamiento solo, donde únicamente lo acompañaba el velador, quien se acercó a ver cómo estaba.

"Estoy bien, solo me estoy despidiendo. Hoy es mi último día en la oficina"

Todo el pasillo que caminó desde la oficina hasta el estacionamiento lo hizo llorando en silencio. Los recuerdos se le agolpaban en la garganta y el dolor era cada vez más insoportable. Los pasos se convertían en lozas.

Esa última puerta le recordó sus años en Tampico Madero. La construcción de la planta que les llevó años. Las ideas con las que tuvieron que llegar a las mesas de juntas.

La vida se disuelve en esos últimos minutos, entre que se cierra la puerta de la oficina por última vez y se enciende el arrancador del automóvil. El resto del camino resultó más bien borroso.

martes, 7 de junio de 2016

Zacatlán land

Tenía que reunirme con el candidato.

Fueron tantos meses de dedicarle mi tiempo, vida y energía, que esa mañana sentía que algo me faltaba. Mañana comienzan los conteos distritales, pero ya es un hecho que el candidato perdió la gubernatura. Se nos fue de las manos por pensar que la teníamos ganada. Nunca aceptaré esto públicamente ni con amigos, pues seguramente el discurso será que perdimos porque los otros compraron votos. Tendremos que armar los casos, juntar la evidencia, irnos a los tribunales, tratar de recuperar algo.

Verán, el señor se la pasaba en su rancho viendo cómo crecían sus becerros, revisando si las ciruelas ya estaban listas para cortarlas. Los delegados de la capital iban y venían, reportaban la falta de entusiasmo del candidato. Hasta su hermano el exgobernador le llamó para regañarlo. Él tomó la llamada pero solo se dedicó a gruñir y emitir otros sonidos guturales. En su cabeza ya tenía ganada la elección y podía dedicarse a lo que más le gustaba. De hecho, su plan para cuando fuera gobernador era pasar dos días en la capital para despachar lo urgente, y el resto de la semana en su ranchito al poniente de la ciudad.

Todo esto lo sé porque una vez se puso pedo y me lo contó. Estábamos en su rancho, recorriendo las brechas, poco antes de pasar a Santa María a tener un acto de campaña. El evento era a las cuatro y ya estábamos rondando las tres y media. No había forma de que llegáramos a tiempo, y mucho menos de que se le quitara la cara hinchada de tanto sotol. El candidato me dijo que no me preocupara tanto, que a la gente le gusta que sus candidatos lleguen tarde "les haces sentir que eres una persona importante, que tienes cosas qué hacer, pero que aún así, aunque sea tarde, llegas a saludarlos, a preguntarles cómo están, qué les hace falta. Un pinche candidato que llega a tiempo no inspira la imagen que debería. Y bueno, un candidato así no gana las elecciones. Toma nota, Faustino. Algún día, si sigues trabajando como lo has venido haciendo, algún día va a ser tu cara la que esté en la boleta".

Su cara estuvo en la boleta, pero ahora su cara era el segundo lugar. Pinche candidato.



lunes, 6 de junio de 2016

(100) Whatsapp

- Habrás notado que las redes sociales dejaron de tratarse sobre contenidos nuevos y comenzaron, poco a poco, a ser más sobre contenidos compartidos, creados por terceros.
- Los memes
- No solo los memes, sino todo. Revisa tu historial en Facebook y Twitter, el de tus amigos. Dejamos de escribir. No se trata de algo poético ni filosófico sobre cómo nuestras ideas se parecen. No. Literalmente dejamos de escribir, solo compartimos las ideas y las publicaciones de otros.
- Pero, entonces, si compartimos las ideas de otros, alguien tuvo que escribir esas ideas. Aunque mis amigos sean reproductores huecos, habrá quiénes todavía se sientan a escribir.
- No. Ese es todo el punto. Nadie escribe esas ideas. Son logaritmos.
- No otra de tus historias, Anselmo.
- Logaritmos. Funciones programadas por computadoras que cada determinado tiempo arrojan combinaciones de fotografías, ideas/chistes/parodias/pensamientos. Hace mucho que dejamos de hacerlo nosotros.
- Entonces ya nadie escribe
- Eso es lo que te estoy diciendo. Primero sospeché que podrían ser programadores que buscaban homogeneizar los pensamientos, empresas u organizaciones que, a través de estas publicaciones de superación personal o chistes y memes, buscaban hacernos más predecibles en nuestros patrones de consumo y opinión, todo para fines mercadológicos. Esa hubiera sido una salida fácil. Investigué y se trata de algo más.
- Ahora me dirás que las corporaciones son controladas por supercomputadoras, que viven en las redes sociales y que se entretienen produciendo videos, imágenes, chistes, para algún extraño propósito que rebasa nuestra comprensión.
- No dije eso. Los logaritmos no viven en las redes sociales. Ahí solo se manifiestan. Los logaritmos ya viven en nuestras cabezas, en nuestro aire. Se han vuelto moléculas que respiramos, que desechamos y que alguien más vuelve a respirar. He visto las máquinas. Están en los desiertos.
- Cómo llegaste ahí.
- Fue en un viaje de la escuela, el año pasado. Me perdí, terminé encontrando esas enormes chimeneas.
- Esa era la vieja fábrica de cemento, en la salida del pueblo.
- Pero la podrían estar usando contra nosotros.
- Ya tengo más de cien notificaciones nuevas, mejor platicamos después.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Legalizaron la mota

To preach: v.tr.
1. to proclaim or put for in a sermon. preached the gospel. 

                                             [the free dictionary dot com]


Caminaba por la plaza de Atotonilco cuando se me acercó el niño que pedía cincuenta centavos. Le dije que no tenía monedas. Me miró por un par de segundos, seguro de que cambiaría de opinión. Luego siguió su camino, hacia la siguiente señora que también le diría que no. Solo eran cincuenta centavos, chingado. En ese momento toda mi realidad se proyectó en reversa. Verán. Me despedí de mi madre y mi pareja a las seis de la mañana para manejar por un camino sinuoso y lleno de baches. Llegué al pueblo donde sería el evento y me aposté en una de las mesas. Ahí dediqué el resto de la mañana a proclamar mentiras. Una detrás de la otra.

Me he puesto a pensar en cuántas vidas he destruido con mi hacer. Cuánto me pagan para andar de pueblo en pueblo, diciendo la palabra de un dios falso y un cielo que nunca llegará. Rompiendo los planes de jóvenes que sueñan con una vida mejor, y que yo les prometo que lograrán si me dan sus rezos.

Ese niño al menos pedía cincuenta centavos. Yo no tuve para ayudarlo, ni a él ni a todos los que vi más temprano.

He vivido años viendo cómo esta religión engulle, digesta y excreta seres humanos. Buenos seres humanos. Personas con sueños que terminan pensando que no valen ni el suelo que están pisando. El sábado pasado vi a una de ellas, una de las que no pudo con el proceso de santificación. Su mirada triste y desencajada me lo dijo todo. No fueron mis palabras las que la convencieron, pero no puedo alejarme de la responsabilidad que comparto con todos los que decimos estos rezos.

Los que culminan la santificación solo se vuelven depredadores y proclamadores. Nuevos falsos profetas que irán por nuevas víctimas. Lo que termina importando más es la reproducción del mensaje, más que el producto que estemos logrando. El sistema se alimenta de ingenuos, no de resultados.

En la discusión de ayer, un ministro dijo que lo que más importaba era la libertad del individuo. Envenenemos sus ideas con una grabadora.

martes, 25 de agosto de 2015

las pinches tijeras

"si tan solo pudieran cuantificar cuánto me he sacrificado por ustedes", escribió la señora mientras enjugaba sus lágrimas. El lápiz se fue quedando sin punta, pero con la arista chata siguió su monólogo, "los días y meses que he pasado frente a este monitor para que ustedes tuvieran algo qué comer y calzar".

Se fue en la última ronda del camión. Pagó tres cincuenta y le dieron un boletito de papel cebolla. Cuando era joven solía contar y sumar los dígitos para lograr un total de veintiuno. Ahora no tenía cabeza para eso, solo para mirar por la ventana. Podría ser la última vez que viera ese barrio.

La última parada era por la salida a Campeche. Decidió que si seguía más al norte, solo conseguiría hacer más largo su regreso, cuando le pidieran perdón y ella accediera. La señora calculaba que la nota la leerían sus hijos a eso de las ocho de la noche, cuando regresan de la oficina. Se mirarían perturbados (casi podía ver sus rostros desencajados). Luego intentarían telefonear a los amigos para saber si algo habían notado raro en ella. Finalmente, encontrarían a la amiga que les diría, una semana después, su plan.

Pero volvamos al principio de todo esto. Sucedió esa mañana cuando no encontraba sus tijeras de jardín. Ya le había dicho que podía tomar todas las tijeras, menos las rojas ¿Cómo se iba a imaginar la concatenación de eventos que su reacción provocaría?