jueves, 19 de septiembre de 2013

Los aviones.

Me encontraba mirando a los aviones salir. Hace tres días no salía ninguno, pero la frecuencia ha ido aumentando. Hoy sale uno casi cada cuarenta segundos. Dice mi tío que fue operador en el del DF que eso solo se ve allá y a lo mejor en Charles DeGaullle.

También salían algunos aviones militares, pintados en su característico verde opaco. Estos eran más grandes, creo que uno de ellos fue un Hércules, esos que usan para mover carros y otros caprichos del señor presidente.

Acá la gente está muy desesperada. La foto que se hizo famosa fue la de los compañeros que se volaron las pantallas planas en la zona Diamante, pero las otras fotos no las pasan. Tenemos ya seis días sin agua ni comida. Después de la calle turística la ayuda nomás no llega. Nos quedamos viendo cómo van y vienen los taxis que salen para el aeropuerto. Los hoteles tienen agua purificada y comida hasta reventar, pero acá en la Colosio ni nos voltean a ver.

Tenemos que ser turistas para que nos traten como personas.

El huracán pasó, pero lo que más duele ni siquiera lo hace la naturaleza.

Vino el presidente a pasearse en su camión a prueba de inundaciones. Tomó algunas fotos, saludó a algunos damnificados previamente evaluados por la gente del gobernador. Luego ya no volvimos a saber nada.

Hoy me mandaron decir que me fuera para mi casa. Eso de estar mirando hacia la zona hotelera incomoda a los turistas. Me dijeron que ya saben donde vivo. Si de verdad supieran que yo ya no tengo casa porque se la tragó el lodo tendrían más miedo.


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