Lo primero que descubro fue que la maceta estaba pudriéndose, y lo descubrí de la peor manera. Había encontrado ese helecho maltrecho encima del contenedor de la basura. Recordé por un lado a mis plantas abandonadas en la casa que tuve que dejar por la oferta de trabajo y cómo deben estar muriendo poco a poco. Recordé la tristeza que recorre el interior de todas las plantas, y las emociones que transmiten cuando son bien tratadas. Dije que era hora de intentarlo, buscar enmendar mis pecados dejados en aquella ciudad con una buena acción en ésta.
Corriendo con la maceta en una de mis manos les decía que descubro su fragilidad. Plástico expuesto demasiado tiempo al sol ¿qué ni siquiera sabían que los helechos son plantas de sombra? Para ser exactos los helechos ni siquiera son parte del reino vegetal pues no poseen semillas ni flores. Se reproducen a través de esporas, pero eso se los cuento en mi siguiente entrega sobre jardinería fácil para todos.
Recojo lo que queda de la maceta y llego a mi casa, unos metros más adelante. Un helecho que seguramente lleva tiempo sin agua, abro la llave y lo inundo un rato. De entre las burbujas surge un llavero. Los vecinos que abandonaron al helecho olvidaron que éste era su escondite. Bien por ellos. Una buena venganza sería buscar su casa y dejar la llave pegada en el cerrojo con una nota de agradecimiento por el regalo. Pienso en la intranquilidad cuando imaginen si junto con la nota también vino una reproducción de la llave; el cambio de cerradura o en su defecto las noches poniendo atención al más mínimo ruido. Será una buena forma de devolver el sufrimiento a su lugar de origen. El helecho se restaurará kármicamente con esta acción.
Es viernes, así que tengo oportunidad de utilizar los siguientes dos días para recorrer la colonia. Hay algunas cosas en el llavero que me permiten reducir el abanico de opciones. Primero, la marca de una de las llaves no es tan común. Por la madrugada doy el primer recorrido sin mucho éxito. Es hasta las ocho de la mañana del día siguiente que encuentro tres casas que cumplen con el requisito de tener la cerradura con la misma marca. Esa noche intento sin éxito, no entiendo. Vuelvo a recorrer la colonia para ubicar otras opciones. Solo hay una más. Es mi casa.
Pruebo la llave, entra sin problema. Doy vuelta a la cerradura, el perro comienza a ladrar. Todo regresa a su origen.
Huy que raro. Raro, raro, raro.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
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